Fatoumata Traore: “Quiero dar un mensaje a las mujeres: ¡vuela por ti misma!”

TALKAM begins against human trafficking and gender violence in Nigeria / Comienza TALKAM contra la trata de personas y la violencia machista en Nigeria
12 febrero, 2021
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24 febrero, 2021
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Detrás de la mascarilla podemos ver la gran sonrisa de Fatoumata Traore, maliense de 35 años, que está realizando prácticas en nuestra asociación, Acción Contra la Trata. Mamá de una hija y tres hijos, es la fuerza personificada. Llegó a España en 2007 y se ha formado en múltiples campos; entre ellos, la mediación comunitaria y la igualdad. Y ése es parte de su sueño: un mundo igualitario entre hombres y mujeres y entre distintos orígenes y colores. Con sinceridad y valentía relata sus vivencias, emociones y experiencias mientras salpica toda la entrevista de aprendizajes vitales.

Fatoumata explica que “en Mali, en general, los hombres no cuidan a sus criaturas, parece que no sea su obligación. Allí, las mujeres son las que cuidan a los niños y las niñas y lo hacen en comunidad: puedes ir a otra casa, dejar al niño o la niña y otras mujeres te lo cuidan, por eso no se implica a los hombres en el cuidado. Además, si la mujer trabaja o tiene otra posición social, se paga a otra mujer para que los cuide, es decir, la responsabilidad vuelve a recaer sobre otra mujer. En mi país los trabajos están divididos sexualmente. Y… ¡nadie nace sabiendo cocinar!”.

¿Por qué decidiste formarte en igualdad?

Cuando hablamos de igualdad, no hablamos de igualdad biológica, ya que tenemos una estructura diferente; sino de igualdad entre personas. Por ejemplo, cuando la mujer y el hombre hacen un mismo trabajo, deberían cobrar lo mismo; es importante que los trabajos de casa, como el cuidado de hijas e hijos, se repartan entre el hombre o la mujer. Quizá no lo he conseguido por completo en mi casa, pero he luchado para conseguir mejorarlo. 

Además, aquí, cuando las mujeres nos incorporamos al mercado laboral tenemos que hacer doble jornada: la del trabajo de la casa y la del empleo remunerado. 

Me gusta la igualdad y es algo que quiero conseguir.

¿Has notado diferencias al llegar a España?

He notado algo, pero no mucho. La conciliación no es fácil, no hay calidad de vida ni para las criaturas, ni para los padres y las madres: el sueldo lo destinamos al comedor o a la guardería, las criaturas no disfrutan de la familia y no nos vemos en casa.

¿Qué pedirías a los gobiernos para conseguir la conciliación?

La accesibilidad de las guarderías se podría trabajar para mejorar la conciliación. Por ejemplo, flexibilizando el horario, con becas o acceso gratuito (Ayuntamiento de Pamplona ha anunciado que las guarderías serán gratuitas para el curso 2021-2022) y que en el comedor escolar pudieran llevar sus comidas para que el gasto fuera menor. Estas dificultades y los horarios de trabajo, hacen que muchas mujeres se queden fuera del espacio público, ya que a veces hay que decidir si cuidar a tus hijos e hijas y verlos crecer, o trabajar, porque las dos cosas parecen ser incompatibles. Ahora, con el coronavirus la las cosas son diferentes porque han cambiado los horarios escolares.

En los programas políticos parece que no interesa la conciliación con la vida, en general.

«Cuando hablamos de igualdad, no es solo entre hombres o mujeres, sino entre las personas, sin importar de dónde venimos o el color que tengamos».

¿Cómo definirías la igualdad?

La igualdad viene a decir que hombres y mujeres, a pesar de ser biológicamente diferentes, somos personas. Antes de ser mujer u hombre, somos personas ¿por qué diferenciarnos? Nadie es mejor por ser mujer, ni nadie es mejor por ser hombre. Nos compenetramos y debemos tratarnos de humano a humano, tratarnos igual.

Además, cuando hablamos de igualdad, no es solo entre hombres o mujeres, sino entre las personas, sin importar de dónde venimos o el color que tengamos. Quiero que las personas de África negra obtengamos el mismo trato que cualquier otra persona. No importa el lugar de procedencia, todas somos iguales.

Fatoumata en la puerta de OCSI donde se encuentra la oficina de Acción Contra la Trata con la catedral de Pamplona al fondo
Fatoumata cree necesario el trabajo de mediación comunitaria para prevenir, mediar y resolver conflictos en cualquier espacio de la vida cotidiana. 

¿Cómo te definirías? Preséntate

Siempre digo mi nombre, Fatoumata, y mi procedencia, vengo de Mali. Soy una persona muy fuerte y luchadora por lo que quiero, aunque a veces cuando llego, si no puedo, también lo reconozco. Soy una persona muy sincera y a veces eso puede chocar con la gente. Soy clara y me gusta decir las cosas. Tener la conciencia tranquila es fundamental, estar bien conmigo misma es muy importante para mí. Me gusta mucho ayudar a la gente… decir “no” es muy difícil para mí  , aunque a veces también toca decirlo. No hay que dejar que la gente te use, hay que frenarlo. 

«Si has viajado, sabes mucho de la vida, aunque no hayas ido a la escuela, pero los estudios dan una visión distinta».

¿Cómo has vivido tu camino hacia la igualdad?

Soy la última de 10 hermanos, por lo que en casa, se podía decir que me hacían todo y no me había dado cuenta de tantas diferencias entre hombres y mujeres. 

Eso sí, me había llegado el mensaje, a través de las canciones por ejemplo, de que el destino de la mujer era casarse y tener hijos, mientras que el marido era quien tenía la responsabilidad del dinero. Nos enseñan que el hombre tiene la obligación de buscar dónde asentar la familia y que la mujer tiene la obligación de seguirle. Según eso, él es quien decide, y la mujer es sinónimo de sumisión. 

¿Cómo llegaste hasta Pamplona?

Me casé en 2005 y vine aquí por reagrupación familiar en 2007 cuando mi hija tenía 11 meses. Yo había empezado la universidad en mi país y cuando llegó la resolución para venir, mi padre no quería porque iba a dejar los estudios… y cuando vine, me arrepentí un poco (se ríe), pensé… “ahora no puedo hacer nada”.

No he podido estudiar todo lo que quería porque hemos pasado momentos de todo tipo. Si me salía un trabajo de un mes, tenía que cogerlo, y eso hacía que dejara mis estudios.

¿Qué empezaste a estudiar?

Cuando llegué comencé a aprender el idioma, intenté estudiar, pero el horario no me permitía cuidar de mi hija y tuve que quedarme en casa. De hecho, aprendí castellano con las novelas. Cuando comenzamos a llevar a la niña a una guardería empecé a hacer cursos de cajera, de camarera… ¡de todo para tener posibilidad de encontrar un trabajo! 

Tengo el Bachiller homologado y el año pasado quise estudiar Trabajo Social en la universidad, pero con los hijos lo tenía muy difícil y no pude continuar. Siempre me ha gustado lo social, y me gustaría seguir estudiando para ello.

No es un camino fácil por la procedencia, por las dificultades del idioma y el color de nuestra piel. Cuando se dice “África” hay miedo, se ve lejano y hay muchos prejuicios, no siempre se intenta conocer a la persona. Por ejemplo, realicé un curso de actividades de venta e hice las prácticas en un supermercado. Aunque yo quería trabajar de cajera y exponerme cara al público, a mí me colocaron en el puesto de reponedora. No es fácil, pero hay que luchar.

Ahora que te has formado como promotora de igualdad y mediadora comunitaria, ¿qué es lo que más te ha gustado?

Lo que más me ha gustado de mi formación en igualdad es que he sabido poner nombre a muchas cosas. A veces te preguntas “¿porqué pasa esto?”. Y ves que es una marca de lo que se espera de una niña o de un niño desde pequeños. 

Me di cuenta de esas diferencias a partir de la adolescencia, cuando llegó la menstruación y mi madre me dijo “ya formas parte de las mujeres y hay que cuidarse”… pero no me dijo nada más, de esos temas no se habla.

Además, nos transmiten que el matrimonio es sinónimo de sumisión y que siempre hay que estar dispuesta cuando el hombre quiere… ¡pero la mujer también puede querer o puede pedir! Y todo esto viene de la cultura. Si quieres tener satisfacción sexual tienes que buscarla y no se te prepara para eso, no se habla.

En cuanto a mi formación como mediadora comunitaria, tengo claro que ésta es una figura que se va a necesitar cada vez más. Nuestra sociedad es multicultural, ya que vivimos y convivimos personas de muchos continentes y países distintos con diferentes culturas. Cuando se produce la interacción entre las personas es donde pueden surgen problemas tanto en las administraciones públicas, en la calle, en los parques, en las comunidades de vecinos que, si no se atenúan, terminan convirtiéndose en conflictos. El conflicto es inherente a la persona humana: no es negativo que exista, lo importante es poder resolverlo. Por ello es necesario que haya profesionales que entiendan el código cultural de las personas para que los conflictos de la interculturalidad se puedan prevenir, mediar y resolver en cualquier espacio de la vida cotidiana. 

Con todo este recorrido, ¿qué es lo que has podido aportar en Acción Contra la Trata?

Estoy aportando mi experiencia, mi proceso. Hacer saber a otras mujeres que las dificultades pueden formar parte de nuestra vida y que es importante tener la capacidad de afrontar los problemas y luchar por aquello que queremos conseguir.

Eres una persona que se ha trabajo mucho…

Para mí, lo más importante de esta vida es la salud y estoy agradecida por tenerla. Soy consciente de todo lo que he conseguido, así como del camino que tengo por delante. El autoconocimiento nos puede ayudar a salir de una manera o de otra.

«Mi sueño es conseguir un trabajo estable relacionado con lo social, que sirva a otras personas y pueda ayudar».

¿Qué tareas has realizado en Acción Contra la Trata?

Dentro de mis prácticas de igualdad en Acción Contra la Trata, he realizado un taller sobre autoestima y empoderamiento de las mujeres, otro sobre mediación, y he trabajado para mostrar un itinerario de formación para que las mujeres sepan qué hacer después de estudiar la ESO, cómo homologar los estudios y que puedan tener una guía.

Ahora, como mediadora, estoy ayudando a otras personas de otros países a coger las citas para realizar papeles o explicarles, por ejemplo, la documentación de su ERTE, la seguridad social… A veces les informo de los cursos que hay, les aconsejo sobre las cosas que necesitan para hacer gestiones y que no pierdan tiempo.

Fatoumata en un momento de sus talleres con el grupo Agentes de Cambio de Las poderosas en Civivox Jus la Rocha.

¿Cómo te sientes con estas prácticas?

Muy bien porque sé mis capacidades y en un lugar con mujeres migrantes nos podemos entender. Puedo ser útil para otras mujeres.

¿Cuál es tu sueño?

Conseguir un trabajo estable relacionado con lo social, que sirva a otras personas y pueda ayudar. Así, poder estar con mi familia y tener un hogar. No necesito más, no pido más.

¿Qué les dirías a otras mujeres en tu situación?

Les diría que no lo dejen… el camino puede ser largo, pero hay que luchar por lo que una quiere. Y que estudien, para mí los estudios son muy importantes. Si has viajado, sabes mucho de la vida, aunque no hayas ido a la escuela, pero los estudios dan una visión distinta.

A las mujeres les diría que siempre se puede seguir aprendiendo, pero hay que querer y no decirse “no puedo, no puedo”. Es muy importante saber escribir, poder hacer tus gestiones, no depender siempre de los demás. ¡Vuela por ti misma!

Estamos acabando… ¿qué última idea quieres dejar en el mundo?

Todo es posible. Una debe concienciarse de lo que una es y de ahí empezar a luchar por lo que una quiere, hacerse cargo de una misma.

Fatoumata, gracias por este ratito de reflexión, autoconocimiento, exploración y mucho aprendizaje. Comenzamos el año volando por nosotras mismas.

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